Cuando se les pregunta a los responsables del proyecto "Soluciones económicas del hábitat social en Tucumán" cuál es la variable más importante a la hora de definir cuáles son sus materiales "favoritos", ellos afirman que todavía están en esa búsqueda.
Sin embargo, advierten que muchas veces, a la hora de definir qué materiales usar en un emprendimiento, hay otras cuestiones que van más allá de lo constructivo. "Hay una cuestión política y es la de tomar mano de obra. La construcción tradicional, por vía húmeda, usando ladrillo y mezcla, insume una gran cantidad de mano de obra; bastante importante", reconoce el investigador.
Por eso, anticipa, el trabajo de su equipo conjugará la solución más apropiada dentro de las existentes (que absorbe mano de obra intensiva) más una alternativa de construcción "por vía seca", que no necesita agua para materializar una obra (tabiques prefabricados, por ejemplo). "Algo de prefabricación y algo de vía húmeda, pero que no es necesariamente ladrillo", apunta Albo, en la charla con LA GACETA.
- Ustedes reconocen que ese tipo de construcción tradicional absorbe mano de obra intensiva, ¿cómo se negocia ese punto?
- Tendría gran impacto en la mano de obra. Porque no haría falta una mano de obra especializada para esas técnicas. Y porque de alguna manera consiste también en reciclar algunos elementos que hoy son desechos, como las botellas de plástico y el aluminio, entre otros materiales. Ya hay experiencias similares en el resto del país. Y si bien estamos buscando soluciones económicas para el hábitat social, también podemos desembocar en que hay una última instancia de la vivienda de interés social que es la autogestión, y que es el punto más crítico. Porque en este punto el potencial propietario no tiene los recursos suficiente ni para acceder a aquellos planes mínimos con los cuales se puede financiar una obra. La autogestión apunta a que un propietario pueda ejecutar su propia vivienda con elementos reciclables, con materiales de desechos. (Albo)